dijous, 15 de juliol del 2010

8 DE MAYO

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Me tambaleo por las calles como Blondel, el funámbulo que cruzó las cataratas del Niágara guardando el equilibrio con un balancín. Ya no me siento como si anduviera por la arena, sino por la cuerda floja, tanteando el aire a ciegas. La visión del ojo izquierdo es casi nula, no puedo leer ni escribir con él. Con el derecho veo borroso, y no sé hasta cuándo. Lo único que lamento es que cuando se acabe, se habrán acabado también las lecturas; no echaré de menos nada más. L. se ha caído otra vez; por suerte no ha sido mada grave, un simple accidente de baño; los dos viejecitos, enfermos y ciegos que somos, todavía nos brindamos apoyo mutuamente. Y siempre cabe decir que podría ser peor. Lo cual no deja de ser cierto.
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(...)
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Nacer no es una experiencia, porque es accidental: nos pasa sin más, involuntariamente. La muerte sí constituye una experiencia, puesot que nos sobreviene contra nuestra voluntad.
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Algunas palabras tienen una fuerza destructora tan densa como el cianuro.


Sandor Marai (1989)
Diarios 1984-1989

- El mestre Marai moria 9 mesos després -
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